23.9.09

Mis momentos cojonudos del cine (I)

Inauguro una nueva serie/sección/etiqueta del blog (aún no lo tengo claro) donde iré depositando mis momentos cojonudos del cine. Con "momentos cojonudos" no tengo por qué referirme a las escenas memorables de todos los tiempos, sino a las secuencias, escenas, momentos o incluso detalles de cierta película que llamaron mi atención. Los iré posteando aquí para compartirlos con vosotros.

Comenzamos con un momento cojonudo de 'La delgada línea roja', la obra maestra de Terrence Malick. En realidad toda la película podría considerarse un momento cojonudo, pero para no crear polémica seleccionaré un par de ellos.

Guadalcanal, 1942. El ejército de los Estados Unidos se dispone a pararle los pies a los japoneses en esta isla del archipiélago de las Salomón, en el Pacífico. Los seres humanos no tienen mejor escenario donde dirimir estúpidamente sus diferencias que en pleno paraíso, donde la naturaleza vive en paz.

Terrence Malick confronta la belleza natural de este paraíso con el hombre que llega allí con su absurda violencia, tan capaz de destrozar al enemigo con sus fuegos de artificio que de sorprenderse como un niño con las maravillas que le depara una isla. Un soldado estadounidense, en este caso un chaval de no más de 18 años, en mitad del fragor de la batalla, se detiene ante una inocente planta.



El chaval pasa su dedo por la hoja de la planta y ésta se cierra estremeciéndose, como atrapando a su presa o defendiéndose de su enemigo.







Malick tiene una capacidad increíble para pasar de lo más grande a lo más pequeño, de lo más grave a los más inocente, en tan sólo un corte, sin apenas transición. Este momento enmarcado en ese contexto, como tantos otros detalles en esta película, me puso los pelos de punta.

Próximamente, más momentos cojonudos.

20.9.09

Brenda

Ya está disponible nuestro último cortometraje: Brenda, coescrito junto a Kike Ramírez, interpretado por Maggie Civantos y Lolo Albarra y con Jon Rivero a la cámara. ¿Son aburridos 4 minutos de cortometraje en el que sólo se ve un personaje en pantalla durante 10 segundos?

Decidan ustedes:

16.9.09

Hollywood

Uno de los destinos que tenía programados cuando llegué a California era la ciudad de Los Ángeles. Es decir "Los Ángeles" y de inmediato aparecen en nuestra mente las imágenes de Hollywood y sus megaestrellas retozando en un mar de flashes y multitudes enfervorecidas, el glamour de la jet set, el paseo de la fama, las mansiones de lujo... Nada más lejos de la realidad.

El glamour de Hollywood representa una mínima parte de esta inmensa ciudad. Los Ángeles es una ciudad hueca, gris, desalmada. Su distrito financiero es una gigantesca mole de cristal y cemento, sus calles están vacías, no hay sitio para el encanto. La ciudad está atravesada de arriba abajo por carreteras tortuosas que se cruzan y superponen en puentes de varios pisos, haciendo una vuelta en coche por esta ciudad un viaje por una película de ciencia ficción. En definitiva, da la impresión de que es una ciudad moderna pero deshumanizada.

Hollywood es una atracción de feria cara y elitista. Es donde mayor densidad de cuerpos perfectos por metro cuadrado he encontrado en ningún sitio, ya sean masculinos o femeninos. La noche hollywoodiense es un frenesí de glamour de imitación, de señoritas embadurnadas en perfumes de frivolidad y de hombres con el cuello de la camisa levantado que caminan con esa altivez de los que se creen dignos de esa mujer preciosa que han visto bajarse de la limusina para entrar en el Play House. Y yo con mi camiseta del Carrefour y mis pantalones cortos, posado sobre la estrella de Marilyn Monroe (que por cierto, se encuentra en la puerta de un McDonald's), contemplando boquiabierto el devenir de luces y algarabías de aquel paraíso venido a menos.

Supongo que para que te guste esta ciudad debe gustarte el cine, porque si no tu cerebro no segregará ninguna sustancia excitante cuando pases frente al Actor's Studio en pleno Sunset Boulevard, o no disfrutarás la visita al museo de Hollywood, no repararás en que el decorado que preside el Hollywood Highland Center es de la película Intolerancia, etc. Para todos los demás, Los Ángeles es una decepcionante ciudad que tiene el glamour en el culo.

14.9.09

Despertar del sueño

Ya he vuelto de San Francisco. Estoy sumido en una mezcla pastosa de jet lag y depresión posvacacional, aderezados con un toque de resfriado post viaje en coche por las carreteras californianas con el aire acondicionado a toda hostia.

He despertado del sueño. Atrás dejo una parte importantísima de mí, una ciudad de la que caí enamorado perdidamente y de la que ahora sólo puedo imaginar qué estarán haciendo sus gentes allí, si caerá la niebla esta tarde o no, el sonido urbano de cualquier día. Como el enamorado que piensa qué estará haciendo su amada en este momento.

Málaga a la vuelta se me ha antojado más pequeña, humilde y monocromática que nunca. Supongo que es lo habitual cuando vuelves de un sitio tan lejano, grande y diferente. Lo primero que me encontré al entrar en la ciudad fueron los carteles de obras, señores mayores y edificios de viviendas sin pretensiones, la carnicería de la esquina, la cafetería de barrio con su olor a pan tostado. ¿Dónde están los rascacielos? ¿Y las calles rectas y perfectas, las cuestas imposibles, los mendigos delirantes? No llevaba ni un minuto en mi ciudad natal cuando ya estaba echando de menos San Francisco.

Volveré, por supuesto que volveré. Hasta siempre, San Francisco.

For those who come to San Francisco
Summertime will be a love-in there.

10.9.09

San Francisco y sus personajes

Está claro que durante un buen tiempo mi blog será más monotemático que nunca, ya que al fin tengo algo mínimamente interesante que contar. Y como todo aquel que no tiene nada mínimamente interesante que contar, cuento lo más mínimamente interesante que tenga que contar. Ya me entiende usted.

Bueno, el otro día hablaba del extraño encanto de San Francisco y de sus personajes variopintos. Hoy no me pude aguantar hacer una foto al señor del que hablaba el otro día:



Desde que llegué a San Francisco, una de las cosas que más me llamaron la atención fueron estos hombres. Cada día, él y un compañero suyo (que en el momento en que hice esta foto no estaba con él) caminan por Market Street, arriba y abajo, una y otra vez, en silencio, portando ese mensaje. Como ya dije en el otro post, pienso en aquellos hombres de la Gran Depresión que portaban mensajes pidiendo un trabajo.



Hablando de personas sin trabajo, San Francisco es posiblemente la ciudad con más mendigos por las calles de todo Estados Unidos. Esto se debe a la política de permisividad que tienen las autoridades de la ciudad. La policía tiene la orden de no mover ni un solo dedo cuando se encuentra con un mendigo. Hoy mismo pude ver cómo dos policías asistían impasibles al espectáculo de gritos de un "homeless" en pleno Market Street, una de las arterias principales de la ciudad.

Por su parte, la política en materia de sanidad es extraña. Las ambulancias de San Francisco deben recoger a los mendigos que yacen en las calles al borde del coma etílico, llevarlos a los hospitales para ser "curados" y volver a soltarlos en la calle. Recordemos que Estados Unidos es la única democracia del mundo donde la sanidad NO es gratuita, donde sale más barato ir en taxi a un hospital que ser llevado por una ambulancia.

Es curioso ver lo diferentes que pueden ser las leyes no sólo entre cada estado, sino ya en cada ciudad. El caso de San Francisco y la mendicidad es paradigmático. Para mí, es el gran problema de esta ciudad tan extraña pero a la vez fascinante. En breve seguiré hablando sobre más personajes que podemos encontrar en San Francisco.

3.9.09

What are you looking at?

San Francisco es un gigantesco mejunje de culturas. O mejor dicho, una enorme ensalada de ingredientes exóticos y heterogéneos, con sus partes bien definidas y delimitadas.

Pasear por sus calles es asistir a una inclasificable función teatral, una improvisación perfectamente aleatoria escondida en cada paso. Las partidas de ajedrez en plena calle, los hombres porta-mensajes que caminan puntuales por Market St y que me recuerdan a aquellos pobres desesperados que aparecían en las fotos que ilustraban la Gran Depresión estadounidense, el grupo de hippies en Haight Ashbury que yacen sentados alrededor de la guitarra frenética y la voz espesa, tan americana, de un cantante que no tiene nada que perder, el joven que viaja en bus por Castro con su peluca naranja, sus gafas de sol amarillas, su camisa blanca tildada con una corbata roja y su pantalón azul eléctrico, el viejo negro sentado en el suelo que no puedes dejar de mirar hipnotizado y que te contesta con un rasposo "What are you looking at?".

San Francisco tiene un extraño encanto. Me abrazó haciéndome suya desde el primer día, me mira sincera a los ojos desde el primer momento. Asisto al devenir de los acontecimientos de su día a día con la sensación de que estoy reviviendo un viejo y cálido recuerdo. Es como si me susurrase al oído continuamente "estás viviendo algo que pronto dejará de existir". Una extraña melancolía en el presente. Quizá es que es mi primer gran viaje fuera de España y aún no me he recuperado del shock. Supongo que necesito material de otra nacionalidad para comparar.

¿Cuántas sorpresas siguen escondidas en las calles de esta impredecible ciudad? ¿Cómo despertará mañana San Francisco? Sólo hay una manera de adivinarlo: me voy a la cama, nos vemos mañana.