19.8.07

1000 visitas, lo de siempre

Acudo a desempolvar un poco este blog y descubro atónito que ya ha superado la barrera de las 1000 visitas, concretamente, 1121. Eso querría decir que empiezo a picar la curiosidad de cada vez más gente, si no fuera porque de esas mil y pico visitas, aproximadamente el 50% son accesos que yo hice para subir posts y para labores de testeo del blog, el 30% son entradas accidentales (un campesino ecuatoriano escribe la palabra "divagaciones" o "Superzyklotrón" en el Google y entre los resultados aparece por casualidad la página de un tal Pedro Terrero) y el 20% restante son visitas conscientes, el oro entre la morralla. Siempre es motivo de orgullo saber que un trocito de la población quiere estar al tanto de las divagaciones pretenciosas perpetradas en este blog. Por ello, mil gracias.

Alucinaciones

Hoy, ante todos ustedes, me dispongo a rebajar hasta el cero absoluto mi talla intelectual, si es que me quedaba algo antes. Para ello, déjenme disertar sobre asuntos que no conducen a nada.

Hará unos días llegué a una terrible conclusión que no quiero dejar de compartir con ustedes. Las nuevas tecnologías son máscaras que ocultan una terrible verdad, y ésa no es otra que la amorcillación mental que poco a poco va creciendo dentro de las cabezas de tantos de nosotros. Los seres humanos nos hemos ido acostumbrando poco a poco a que el mundo se adapte a nosotros en lugar de nosotros al mundo. Inventamos la rueda, la calculadora y el procesador de textos, tres instrumentos que al hacer una parte del trabajo por nosotros nos hacen la vida más fácil. Aparentemente. Pensaréis que he cometido un error metiendo en el mismo saco un invento clave en la historia de la humanidad con dos productos de la ingeniería más o menos contemporánea. De hecho, donde estriba el problema es en el uso, el mal uso y el abuso que se hace de ellos.

Mientras escribimos con ese Word 2007 tan multicolor que el Emule nos ha regalado, siempre llegará un momento en el que consideremos que necesitamos enriquecer con palabras cultas nuestro querido texto. Para ello, el procesador de textos tiene una función socorrida hasta la saciedad: el diccionario de sinónimos. Escribimos cualquier palabra y por arte de birlibirloque podemos hacer que el programa nos sugiera mil y un términos equivalentes al escrito. A nosotros nos toca escoger el más petulante o eufónico, a veces sin ni siquiera preocuparnos de si el significado exacto es el adecuado. Qué importa si tenemos la riqueza de vocabulario de una piedra, qué más da si el texto es un paraíso de solecismos barriobajeros, el Word siempre acudirá en nuestra ayuda para maquillar nuestro engendro "literario".

Mientras escribía esta gilipollez no dejaba el subconsciente de martillearme. Debo confesar que en realidad todo esto no es más que parte del progreso del ser humano hacia un mundo futuro en el que… uff, bohf… No sé dónde queda el futuro. Pero en cierto modo está bien que una persona no deje de darme por saco con preguntitas informáticas que hasta un niño de teta sabría solucionar en cuestión de minutos, eso me hace suponer que esa persona tiene que ocupar su tiempo en otras labores que fomenten la supervivencia de la especie. No me importa que un bioquímico ganador del premio Nobel me pregunte cómo carajo puede hacer que su impresora funcione en Windows. ¡No debe molestarnos! Es una de las consecuencias de la aplicación de la tecnología para solucionar los problemas de cualquier hijo de vecino. Negarlo significa estar en contra del principio básico de la vida, aunque, mm, eso tampoco suena mal. En fin, que nadie nace sabiéndolo todo.

Lo que me parece realmente lamentable es el vicio de usar indebidamente los bienes y servicios que solucionan parte de nuestros problemas con risible facilidad. ¿Por qué debo, por inercia, usar la calculadora para resolver una cuenta de Selectividad si hace 10 años me pasaba las clases de matemáticas enteras perdido en mi mundo de fantasías? Porque… porque no debo usarla y ya está, coño. Nunca es tarde para volver atrás y remendar los errores del pasado.

Pero hasta aquí llega perorata de hoy. En el próximo capítulo les explicaré por qué no es rentable alumbrar casas usando de dinamo la rueda de un hámster.