21.7.09

'Mi nombre es Harvey Milk', puliendo estilos

¿Pero quién es Harvey Milk? La película narra la vida de Harvey Milk desde que se asienta en San Francisco. Milk monta una tienda de fotografía en Castro, distrito que cuenta con una comunidad homosexual desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército estadounidense envió allí a los soldados no aptos por su condición sexual. Las injusticias y discriminación de las que son víctimas los homosexuales de su ciudad llevará a Milk a iniciar una incansable carrera hasta la junta de supervisores de la alcaldía de San Francisco. La defensa de los derechos de los homosexuales hará que Milk viva amenazado y le costará más de un disgusto hasta su trágico final.



Lo expuesto anteriormente sólo puede enmarcarse en una historia de superación de esas que tanto gustan a la Academia. Eso lo sabía muy bien Dustin Lance Black, su guionista, quien a pesar de encorsetar la historia en una trama de corte clásica, conservadora, con sus puntos fuertes y detalles efectistas dosificados estratégicamente para contentar a todos, imprime un ritmo vibrante, con personajes con entidad y motivaciones creíbles. A partir de aquí, todo depende de los responsables de hacer que la historia sobre el papel cobra vida en la pantalla y lo haga de forma satisfactoria.

Gus Van Sant es de esos directores de los que cada nueva película despierta más expectación en mí. Llevo siguiéndolo con cierta puntualidad desde 'El indomable Will Hunting' (exceptuando 'Psycho', que me da mucho miedo ver, y no precisamente por el contenido de la película), esperando que me sorprenda con su estilo de narración tan peculiar como impersonal.

Su periplo por las tierras escarpadas del complicado cine independiente y de autor nos dejó esa trilogía-homenaje a su cineasta fetiche de este nuevo siglo: Béla Tarr. Antológicos son esos planos de 'Gerry' calcados de 'Sátántangó' o esos kilométricos planos secuencia en películas como 'Elephant' o 'Last Days', en los que no dejan de resonar el eco del cineasta húngaro, amortiguado (o disimulado) por la forma en que se llevó a cabo: el uso del color (elemento del que rehúye Tarr, amparándose en su deseo de objetivar y distanciar lo más posible su visión), de saltos temporales a través de los personajes y de un pesimismo quizá no de tanto peso en la forma como en el fondo: en Van Sant no siempre hay cielos plomizos o una lluvia persistente que crean una atmósfera luctuosa que parece contagiar a los personajes, son éstos los que ya de por sí llevan un tormento en su interior.

Ya en la anterior película del cineasta norteamericano, 'Paranoid Park', nos dimos cuenta de que lo aprendido en su experimento belatarriano quiso trasladarlo a un cine algo menos "indigesto". 'Paranoid Park' podría considerarse una película "bisagra" que se sale de los cánones del cine comercial pero en la que el ritmo se vuelve algo más dinámico gracias a una planificación menos densa, más accesible. Aquí el director Van Sant empieza a darle forma a la materia prima que adquirió en sus anteriores películas, dotando de más personalidad a su estilo. Buena parte de la culpa la tiene el trabajo del director de fotografía australiano Christopher Doyle, que une su exquisita sensibilidad al plasmar las imágenes en el celuloide al talento que tiene Van Sant de encadenar esas imágenes y presentárnoslas como mejor sabe hacerlo. Abundaban en 'Paranoid Park' las ralentizaciones, las voces fuera de campo mientras el encuadre se centra en un personaje y otras soluciones formales que envolvían a esta película de un halo indie que hizo que no conectara del todo con los espectadores habituados a un cine más convencional. De todas formas, 'Paranoid Park' me convenció de que Van Sant sería capaz de insertar esos recursos en una obra decididamente dirigida al mainstream. Y es entonces cuando llegamos a 'Milk'.



Desde 'Mala noche' a la película que nos ocupa, han pasado ya por Van Sant 24 años dedicados al cine. Su carrera ha sido irregular, tanto por la calidad de sus films como por el "porcentaje" de autor que hay en cada una de sus películas. Pero es aquí donde el director norteamericano despliega todo su saber aprendido a lo largo de estos años. Creo que estamos ante uno de los mejores trabajos de dirección de esta década. Aquí ya no está el eco de Béla Tarr, vuelve la voz con entidad propia que ha seguido los consejos del maestro en su eterno aprendizaje. Los recursos más acordes con una narración basada en tiempos muertos, soluciones formales ya vistas antes (ese plano secuencia al final con Josh Brolin que recuerda a cierto alumno caminando por los pasillos de cierto instituto...) están perfectamente combinados con momentos más frenéticos, más propios de sus obras más abiertamente comerciales, que piden un ritmo más dinámico en la planificación, convirtiendo 'Milk' en una montaña rusa de principio a fin, sin prisa a veces, pero siempre sin descanso.

Otro aspecto que salta a la vista en esta película es la actuación de Sean Penn. Lo vemos sujetando el micro de una grabadora con su peinado a lo Tom Hanks en Philadelphia y nos preguntamos si esto va a dar resultado. Pocos minutos después toda duda queda disipada: ¡vaya si da resultado! ¡Quién diría que este hombre ha sido el perturbado asesino de 'Pena de muerte', el padre consternado por la muerte de su hija en 'Mystic River' o el perdedor desesperado que acaba con la olla ida en 'El asesinato de Richard Nixon'! En un impecable trabajo conjunto de dirección de actores por parte de Van Sant y de interpretación por la de Penn, éste hace suyo el personaje. Es un Penn más sobrio y con menos mohines en la cara, pero con un amaneramiento en su actuación obligatorio porque el verdadero Harvey Milk era así. Sobre el tema del Oscar no pienso entrar, más que nada porque ante este tremendo trabajo y el de Mickey Rourke en 'The Wrestler' todo debate sobre quién se merecía la estatuilla no llevaría a ninguna parte.













Los demás actores están por debajo del inmenso trabajo de Penn, quien lleva casi todo el peso de la película, pero sus actuaciones son igualmente memorables. Josh Brolin, Diego Luna, James Franco y compañía son personas reales, nos las creemos desde el principio. Cada uno tendrá su momento decisivo en el devenir de la trama.

En resumen, que me estoy extendiendo demasiado, 'Milk' es una película fresca. Van Sant y Penn siguen puliendo su estilo, sorprendiéndonos de nuevo, como sólo ellos saben hacer.

8.7.09

El típico post para revivir a un muerto, segunda parte

Tengo un pánico atroz a los terremotos y a volar en avión. Dentro de un mes y pico (si todo sale bien) me voy a San Francisco, ciudad situada sobre una de las zonas geológicamente más inestables del planeta. Tendré que coger dos aviones y recorrer 9000 kilómetros, 5000 de ellos atravesando una gigantesca masa acuosa llamada Océano Atlántico. Terapia de choque, lo llaman.

Llevo mucho tiempo sin actualizar mi blog. Esto podría indicar que:

a)Mi vida es tan interesante que no quiero perder el tiempo escribiendo en un blog.

b)Soy una persona extremadamente vaga y con esa peligrosa inconstancia contraindicada para quienes quieren dedicarse al mundo del cine.

c)Las luces de posición y las de antiniebla delanteras.

No hay que pararse mucho a pensar para llegar a la conclusión de que la opción más posible es la A.

Reflejos ha sido colgado en Youtube, aunque eso ya lo sabíais, pillines.



Con su entrevista en PTV Málaga y todo.



Próximamente tendréis otra entrevista peteuvesca sobre nuestra creación 'La plaga'. Permanezcan atentos a sus monitores, y recordad que el dominio www.pedroterrero.es ha caducado, por lo que vuelvo a estar en http://pedroterrero.blogspot.com

Dentro de poco, más.