16.8.08

"El caballero oscuro", hipnotizando al espectador




Mis secuelas preferidas son "El imperio contraataca" y "El padrino II". Hemos intentado emularlas con ambición.
Christopher Nolan (Cinemanía, julio 2008)



Christopher Nolan fue aquel chaval que nos sorprendió a todos en 2000 con aquella innovadora película llamada Memento, un juguete del montaje cinematográfico que dejó con los ojos como platos a todo aquel que se puso delante de la pantalla. Tras la muy digna Insomnio, típica película incómoda para el director tras un éxito anterior, llegó en 2005 Batman Begins, entre el escepticismo de los que ya daban por perdida la dignidad del "superhéroe" Bruce Wayne y un relativo poco ruido para tantas nueces, como resultó ser la película. Un elegante entretenimiento de dos horas y pico, una historia sobre la que parecía pesar durante todo su metraje la misión ímproba de encauzar el prestigio del hombre murciélago (infinito el empeño por hacer de Batman un personaje creíble), de preparar el terreno para lo que vendría después. Esto hizo que durante toda la película tuviera la rara sensación de que los puntos fuertes de la trama estuvieran un tanto descompensados, como si los creadores tuvieran ya en mente la inclusión de la segunda parte.

Y bien, llega el verano de 2008 y ya tenemos entre nosotros El caballero oscuro, la ansiadísima segunda parte de Begins, ahora sí, tras atiborrarnos los responsables de márketing de tropecientos artefactos publicitarios: pósters (a cada cual más perturbador), téasers, tráilers, trozos de la película, etc. Por cierto, que la película ya lleva recaudados unos 400 millones de dólares sólo en Estados Unidos. ¿Alguien habla todavía de crisis del sector? ¿O de piratería? Al final todos sabemos quiénes deben mover ficha para que una película se convierta en un taquillazo.

Pero hablemos de la película, y hagámoslo primero con una advertencia: huyan cuanto puedan de la versión doblada. La ridícula voz de Batman, que parece pasado por un vocoder en Dolby Surround, no lo era tanto en Begins; y la voz del Joker, pese a las intenciones del actor de doblaje en español, se queda muy rezagada del original, incluso escuchamos multitud de risotadas y chillidos sin doblar. Refúgiense en la coletilla "V.O.S.", me lo agradecerán.

Dice la crítica que estamos ante un entretenimiento palomitero de verano con ínfulas (sic) de cine de auteur que ahonda más allá en la epidermis psicológica de los personajes. Ang Lee llorando desconsolado con su Hulk incomprendido mientras Nolan se convierte en un sumidero de parabienes empapelados con cheques en blanco. Y no es para tanto. No hasta cierto punto. Olvidemos los ránkings, las excitaciones del personal y las críticas a pie de sala. Dejemos reposar un poco la película. Yo por lo pronto lo he hecho así y puedo decir que estoy hablando de casi una obra maestra del séptimo arte. Es por tanto una película muy notable por varios aspectos que ordenaré un poco párrafo por párrafo:


La trama, pretendidamente ambiciosa y racional, presenta unos personajes casi todos perfectamente dibujados, como son Batman y sobre todo el Joker, no siendo tanto así en el personaje de Harvey Dos Caras, interpretado por un estupendo Aaron Eckhart pero cuya motivación se me antoja a ratos un tanto ilógica, quizá forzada. Pero con un reparto plagado de estrellas como son Bale, Oldman, Ledger y sus acojonantes movimientos de ojos, Freeman, Gyllenhaal y Caine y un portento de la dirección de actores como es Nolan, tenemos uno de los mejores trabajos de interpretación de los últimos años.

Pero hablando de lo ambiciosa que es la trama, con esta película me ocurrió algo que pocas veces me ha pasado delante de una pantalla: a la hora y 20 minutos de película tenía la sensación de que ya estaba todo el pescado vendido y que la película tocaba a su fin, tras ese brutal despliegue de fuegos de artificio y de interpretaciones memorables que había presenciado. ¿Síntoma de que la película era una absoluta obra maestra o de que empezaba a hacerse larga? Me inclino a lo segundo. Pese a que no deja casi respiro, no pude evitar mirar el reloj un par de veces antes de terminar la película.

Hablando del montaje, creo que merecería un post aparte. Si el de Begins a ratos daba la impresión de ser un tanto atropellado, bayano, en El caballero oscuro los pocos errores se han pulido por completo: estamos ante una lección magistral del montaje cinematográfico. Un dominio absoluto del montaje paralelo, unas escenas de acción que quitan el hipo (y que me traían el delicioso regusto de las de Terminator 2), unas transiciones perfectas entre los momentos de acción y los de más calma... En definitiva, una película a estudiar en todas las escuelas de cine del planeta.

La banda sonora tiene un problema, y es que aquí se amplifica el pequeño error de la entrega anterior. En Begins se daba el molesto caso de aunar a dos grandes compositores como son James Newton Howard y Hans Zimmer. ¿Que para qué? Yo también quiero saberlo. ¿Acaso Zimmer no sirve para momentos más "melodramáticos"? ¿O Newton Howard no ha compuesto partituras para películas de pura acción? El resultado fue una extraña yuxtaposición de dos estilos de música diferentes que me chirriaron sobremanera. En El caballero oscuro este problema se agrava con la tramposa solución de crear momentos climáticos cada 5 minutos. Como si no fuera suficiente con el soberbio montaje, Zimmer se empeña no sólo en subrayar, sino en meterse en el bolsillo al espectador con incontables melodías efectistas y golpes electrónicos a lo Terminator 2 o Heat que pueden colar una o dos veces, pero a la tercera ya empieza a resultar cargante hasta la saciedad.

En resumen, una película muy intensa, eficaz, que trata de tomarse en serio a sí misma pese a que en algunos momentos no lo consiga, y que mantiene pegado en la butaca al espectador y consigue, seguro, hipnotizarlo hasta los créditos finales. En mi opinión esos errores que he mencionado le impiden convertirla en la obra maestra que todos proclaman, pero de lo que no me cabe duda es de que estamos ante un punto de inflexión en el género que ha conseguido definitivamente lo imposible: salvar a los superhéroes de la banalización y sentar un precedente que muchos no tardarán en imitar.